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EL SEIS DOBLE - DIARIO DIGITAL DE ALZIRA

ESTAMPAS Y RECUERDOS DE ALZIRA (15) // LAS CALLES DEL RECUERDO. MAYOR SANTA CATALINA, LA CALLE CON MÁS COMERCIOS // POR: ALFONSO ROVIRA

ESTAMPAS Y RECUERDOS DE ALZIRA (15)     //      LAS CALLES DEL RECUERDO. MAYOR SANTA CATALINA, LA CALLE CON MÁS COMERCIOS     //      POR: ALFONSO ROVIRA Que un servidor tenga conocimiento, en ninguna parte tienen el privile­gio de contar con tres calles mayores como en nuestra Alzira. Por orden de antigüe­dad, Mayor Santa María, en la barriada del Cristo; Mayor Santa Catalina, en el cora­zón de La Vila, y Mayor San Agustín en el arrabal.

La calle Mayor Santa Catalina es la que nos ocupa hoy este espacio, ya que disponemos de imagen gráfica antes del derribo de la casa donde se situaba la plate­ría Villanueva. En el piso superior vivía Ricardo Fluixá Gómez, director de la Escuela Municipal de Dibujo, casa que formaba la desaparecida plazoleta de Colón, que daba nombre al café y hotel hoy transformado en cine. Podríamos decir, sin lugar a dudas, que era y sigue siendo la calle que más comercios acoge en esta ciudad. En ella, también per­sonas, unas que ya no están con nosotros y otras que afortunadamente viven aún. ¿Quién de mis contemporáneos no ha sido alumno de don Juan Bialcanet Latorre, que tenía su academia al principio de la referida calle y a la que se accedía por la del Amparo, arriba de la exposición de muebles de Salvador Carreres Oliver? Seguía por los números pares, el primer comercio cuando llegó a Alzira, Jacinto Sarasqueta Aguirregomezcorta; después el ordinario Antonio Requena y al lado, cerrando la manzana, hoy desaparecida, el médico dermatólogo Celestino París Pe­llicer, que contaba, si mal no recuerdo, con una gran familia numerosa de ocho hijos. En la siguiente esquina, Casa Bernardeta, seguida de  la fonda Victoria de la familia Gratacós. Una pequeña capilla, dedicada a nuestra Señora de los Ángeles, seguía más abajo; después de la casa los Bonora; el ordinario Alejandro López, que hacía esquina con la calle Doctor Ros; la siguiente casa era de los Mizzi, y junto a ella, el taller de Muebles Ramírez y su octogenario propietario, el señor Pepe, con el que aún tenemos el grato placer de conversar muchas veces.

Cuantos de los de mi época han aprendido a escribir a máquina en casa de Francisco Mínguez Villena, a cuyo edificio seguía la del constructor alcire­ño Emerano Gil Porcar, que fue administrador de la estafeta de Correos de nuestra ciudad en la década de los años cuarenta. Salvador Benedito era un canoso zapatero que tenía su taller al lado de la casa de don Emerano y a la vuelta de la misma, como hacemos referencia en la foto que publicamos, se situaba el taller de relojería de Revert y el horno de la señora Tereseta España. En el piso superior, el metge Manuel Just, junto al horno el Hotel y café Colón. De regreso nuevamente al principio de la calle, en los números impares, en la primera casa vivía el abogado Hilario Sanchis Coll; más adelante, la farmacia de Francisco Tena, y en la esquina siguiente, la administración de lotería de la señora Amparo, que era de Segorbe. En el piso superior, la Comisaría de Policía.

¿Quién no se acuerda de ir a comprar el “potet” de tabaco, con la cartilla de racionamiento al respecto, al estanco y era atendido por las hermanas Isabel, Bernardina o Concha España? Al mismo lado vivía el sastre Donato y el “coeter” Crespo. Más adelante, el sastre Garrigues, que por añadidura era un buen poeta; la frutería de la señora Catalina, extremeña, que tenía las mejores manzanas o limones que se habían visto jamás; después estaba la platería de Rogelio Gramaje, La Bola de Oro. Seguía la exposición de muebles Llavador y la farmacia de Carbonell. No nos podemos olvidar de la peluquería del bueno de Tomás Sánchez y Constan­tino Belenguer; y a continuación la casa donde residió el cirujano Rafael Olivares Bel. Después, en una pequeña manzana de casas, Ramón Juncá, que reparaba toda clase de artículos de goma; la droguería “El Sol”, de Salvador Mascarell y, al mismo lado, el taller de vainica y pequeña bodega de "Panchito"; la calle del Dr. Sociats; la pastelería de Arnalte; la tienda de telas "La Mona" del señor Pedro González Luis y, hasta el final de la calle, la imprenta Lledó y el edificio más elegante y moderno de la época, que en su día albergó el cupón regalo, antaño una peluquería de caballeros. En aquella vivienda residían, entre otros, Salvador Bono Montalvá y los maestros nacionales Alfonso Escudero y su esposa Agustina Benedí, que a tantos niños y niñas impartieron su magisterio en esta ciudad.

A los que se fueron ya y a los que quedan entre nosotros, que vivieron y traba­jaron en esta entrañable calle alcireña, nuestro más cariñoso recuerdo. 

Alfonso Rovira, 06.04.1992

1 comentario

maria cristina fernandez jamardo -

Hola, soy descendiente de una familia de Alzira, el Sr. Pedro Gonzalez Luis, dueño de la tienda La Mona, y quisiera ponerme en contacto con el Sr.
Alfonso Rovira que la menciona en un artículo en este diario. Gracias