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EL SEIS DOBLE - DIARIO DIGITAL DE ALZIRA

ESTAMPAS Y RECUERDOS DE ALZIRA (33) __ EL TRANSPORTE PÚBLICO EN ALZIRA, DESDE LAS TARTANAS HASTA LOS TAXIS __ POR: ALFONSO ROVIRA

ESTAMPAS Y RECUERDOS DE ALZIRA (33) __ EL TRANSPORTE PÚBLICO EN ALZIRA, DESDE LAS TARTANAS HASTA LOS TAXIS __ POR: ALFONSO ROVIRA

El transporte público que conoció el que suscribe, en principio se centraba en las recordadas tarta­nas de la época de menos prisa y sosiego que, tiradas por caballos, tenían su punto de salida en la Plaza Mayor, situadas en la parte derecha en el sentido de la marcha hacia el puente de San Bernardo, entre los tres quioscos que existían en el paseo de los árboles.

Las tartanas eran de dos clases, las clásicas y las de verano; se cubrían con tela de color caqui y eran más frescas, corría mejor el aire. De sus aurigas, recordamos a Bruno Butiña y su hijo Bruno y al “So Bernat" suegro del primero, que a sus más de ochenta años aún conducía la tartana que llevaba el  correo a la estación de ferrocarril. Recordamos también a su sobrino Eduardo Butiña "Eduardet el taxista"; Boluda y Antonio Micó, que presentaban servicio de trans­porte de viajeros a la estación, distante del centro poco más de un kilómetro, por la única vía de acceso que era el "Carrer Nou" y el ”Pont de Ferro". También las tartanas prestaban servicio en los entierros para desplazar a los deudos del fallecido al camposanto.

Conservamos un grato recuerdo del señor "LIuiso", un alcireño propietario de un landó que tirado por dos caballerías servía el traslado a la iglesia a las bodas y bautizos con sus caballerías enjaeza­das de donde pendían campanillos que alegraban el paso por las calles anunciando un acontecimiento ciudadano; también recordamos cuando trasladaba al torero alcireño Antonio Alarcon "Carbonerito" a la plaza de toros de Alzira, vestido de luces, para enfrentarse con el astado que le hubiera tocado en suerte. También le recordamos cuando era monaguillo de Santa Catalina, a principios de la década de 1940,  y acompañaba al sacerdote don Luis Castellano para celebrar la misa dominical en el oratorio del Huerto de Brú, en la época estival, donde residía la familia Lamo de Espinosa y disfrutando de la amabilidad de una anciana, doña Amelia, que era abuela de Jaime Lamo, que fue Ministro de Agricultura. José María Sales Luis, concejal de fiestas del ayuntamiento de Alzira y sustituto del registrador de la propiedad, gustaba que todos los sábados por la tarde el tartanero le desplazara a la vecina población de Carcaixent para asistir a las peleas de gallos.

Discurría la década de 1940 cuando entraron en servicio los avances de la técnica, los automóviles de alqui­ler, llamados "taxi" por llevar taxímetro —de "taxe", tarifa; del latín "taxare" y éste del griego "tasso"—, la buena cuestión es que los coches de alquiler, poniéndose a nivel europeo, se llamaron "taxis".

Terminada la contienda civil española daría comienzo la guerra mundial y, con las dificultades propias del momento, el combustible era escaso, por lo que fue adoptado por los transportistas el gasógeno, que habían de "fabricar" el gas, dando a la manivela del "artilugio" que antes habían prendido fuego a la cáscara de almendra o hueso de oliva. También había que detenerse tras algunos kilómetros recorridos para sustituir el filtro, como lo hacia el padre de Sebastián Gil  en el desplazamiento a Valencia, al llegar a la Torre de Espioca.

Los taxistas tenían su punto de parada en la Plaza Mayor, junto al andén de los árboles, frente a la escalinata de las Escuelas Pías. Eran propietarios de licencias de taxis, no quisiéramos olvidarnos de nadie, Antonio Micó y después su hijo Antonio; Sebastián Gil y su hijo que continúa en la profesión; Bernardo Giménez; los hermanos Páris; el señor Gomis; Vicente Bellver; Cándido Sales; Eduardo Butiña; Enrique Cos­ta; Manuel Rubio; Elías Abarques; Bernardo Boquera; Juan Castellón; el señor Domingo y José López, el "americano", del que disfrutábamos escucharle sus andanzas por el oeste americano.

La mayor parte de los taxistas eran oriundos de Almería, como José López Salmerón, de "Roquetas de Mar", más conocido por el "compadre" y que hoy hemos elegido para ilustrar este reportaje. El "compadre" fue uno de los populares taxistas por los servicios que realizaba en la vida alegre y nocturna.

No podemos resistir el contarles alguna de las anécdotas de los servidores del transporte público. Isidoro Cano Zapata, que vivía en la barriada de Les Barraques, tenía una mujer que, para que no perdiera el “punto" al mediodía, antes de salir de casa por la mañana le preparaba una "cassola d'arros al forn" y él, tranquilamente, a la hora de la comida, sacaba una banqueta de su gran vehículo y la consumía en la misma plaza a la orilla de su coche, para ir después al Bar Guinea donde el bueno de Pepe Peñaranda le servía un café.

Antonio Micó —padre—, persona muy sería y responsable, siempre cuidó de estar a la altura de la modernidad de sus vehículos de servicio público; también en su larga vida de servicio, le ocurrió una simpática anécdota. Llegó un cliente y le dijo "vatja fent el gas, que me té que portar a Valencia". Mientras, se fue al coche para salir, y este señor fue al coche y abrió la puerta para dejar la gabardina y la cartera, pero no subió. Al escuchar la puerta, abrirse y cerrar, arrancó y emprendió el viaje. Al llegar a la altura de la torre de Espioca le preguntó al supuesto viajero a donde tenía que conducirle, dándose cuenta de que no había nadie detrás e iba solo.

Han pasado muchos años, las licencias han ido cambiando de manos, de los que conducían desde el pescante a otros "amarrados" al volante con cien ojos pendientes de la carretera. Algunos son nuevos en el oficio, pero todos, sin lugar a dudas, se esfuerzan en atender al usuario lo mejor que pueden, poniendo a disposición del público los mejores vehículos, tratando de estar al día en la técnica, comodi­dad y rapidez; sin tener que dar a la "manivela" para "fabricar" el gas con la cáscara de almendra o tener que buscar piezas de repuesto para los automóviles que venían de América o de Europa. 

Alfonso Rovira, 30.08.1992

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