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EL SEIS DOBLE - DIARIO DIGITAL DE ALZIRA

Articulistas ----------------------- Aureliano J. Lairón Pla

DEBERÍA CAMBIARSE LA FECHA DE LAS FIESTAS PATRONALES

DEBERÍA CAMBIARSE LA FECHA DE LAS FIESTAS PATRONALES

Uniendo la fiesta del patrón y la patrona, en septiembre, las fiestas serían más "mayores" y más "patronales", participarían mayor número de alzireños y las disfrutaría la mayoría de la población

Pasadas las fiestas de Alzira juzgo oportuno, porque mueve a la reflexión y al debate, el artículo de opinión, breve pero sustancioso, de Xavier Pérez publicado el pasado 24 de julio en la edición comarcal de Las Provincias a propósito de la conveniencia de cambiar las fechas de las fiestas patronales.

Mi opinión y mis argumentos para apoyar el cambio ya los conocen los lectores, dado que los manifesté aquí ese mismo día y hace ya años en esas mismas páginas. Por si alguien no los conoce, los resumiré brevemente: en julio una parte destacable de la población de Alzira se encuentra de vacaciones (bien en la playa, en la montaña, en el campo, de campamento, de viaje, etc...) lo que hace que la participación en las actividades y actos programados resulte más bien escasa.

De las pasadas fiestas llamaba la atención, por curioso, ver -lo comprobé con mis propios ojos- como las atracciones de la feria, los hinchables y demás, eran disfrutados por la nueva ciudadanía alzireña: los inmigrantes ya establecidos (principalmente magrebíes, centroeuropeos y sudamericanos). A mi me gustaría que las fiestas las disfrutaran tanto los alzireños, ya de nueva planta ya de vieja estampa, como los vecinos de Algemesí, Carcaixent, Guadassuar y Benimuslem, por poner unos ejemplos, de la misma manera que yo disfruto sus fiestas y en justa correspondencia.

Si el sentido común se impone y si se hace caso del refranero español -tan rico y tan sabio- aplicaríamos aquel que dice "A grandes males, grandes remedios". ¿Que es lo que hace falta para, asumiendo la evidencia, "coger el toro por los cuernos"? La palabra es: valentía. Valentía para afrontar el cambio, valentía para abandonar el inmovilismo, que aquí termina siendo conservadurismo.

 En 1979, el alcalde Francisco Blasco ya instó a los ediles del consistorio a estudiar el tema. El problema ya existía. Blasco, en poco tiempo, reconvirtió las fiestas y las transformó en unos exitosos festivales nocturnos de verano. Pero, seamos sinceros, el ambiente festivo en la ciudad durante el día no existía tampoco entonces.

A Rafael Fita, concejal de Fiestas, a quien aprecio y valoro, que ha trabajado lo indecible por el éxito de las de este año, hay que reconocerle su mérito. Lo ha intentado. ¡Pero julio es julio! Y yo no hablo nada más que de eso. ¡Que para hablar de "modelos" ya están los políticos de turno de uno y otro signo!

Es cierto que el calendario marca que Sant Bernat sea en julio. Pero el calendario es movible. Y el litúrgico se puede adaptar convenientemente si se demuestra la voluntad firme de un Pueblo.

Antes de que se celebraran el 23 de julio las fiestas de nuestros patronos tenían lugar el 20 de agosto, día en que la tradición señalaba la muerte del mártir. Es más, en el Archivo Municipal consta que en el siglo XIX y aún en el XX las fiestas alzireñas se celebraban, indistintamente, en julio, septiembre y octubre. Se iniciaban, siempre, con la bajada de la patrona desde su ermitorio a la ciudad y finalizaban con la subida de la misma imagen hasta la Muntanyeta. La Mare de Déu del Lluch compartía y copresidía, pues, los festejos. ¿Existiría, ahora, algún problema en recuperar aquella tradición?

Yo propongo las fiestas en septiembre, cuando la mayoría de los alzireños se han reincorporado a su actividad laboral y los niños y jóvenes ya están en la ciudad dispuestos a iniciar el curso escolar. Y propongo unas fiestas compartidas, como antaño, para los dos patronos locales a la vez. Y, como soy atrevido, propongo como fecha de la fiesta principal la del 17 de septiembre por ser el día en que en 1725 el Papa Benedicto XIII hizo extensivo el rezo de la Misa y Oficio Propio de San Bernardo y sus hermanas al Reino y a la Archidiócesis de Valencia. Y propongo, igualmente, que sea ese el día declarado fiesta local. Así, pues, los festejos se iniciarían el 12 de septiembre con la bajada de la patrona desde su santuario, continuarían en lo religioso con la novena a los santos mártires y a la Virgen en el templo de Santa Catalina entre el 13 y el 21, el día 17 se celebraría la procesión en honor de los santos Bernardo, María y Gracia y las fiestas finalizarían el 22 de septiembre con la subida de la Virgen hasta su templo de la Muntanyeta. Serían once días intensos donde tendría cabida lo profano y lo religioso. Cada cosa en su lugar y a su hora.

Con la propuesta que hago soy consciente de la problemática que a algún colectivo se le puede plantear, pero también de las ventajas que son mucho mayores. De los problemas (que tendrían una fácil solución sobretodo por lo que respecta a la visita anual de la patrona a las parroquias locales) no hablaré ahora. De las ventajas sí: se incorporarían a los festejos tanto la Feria Medieval como los Moros y Cristianos y se abarataría el coste de los festejos. Uniendo la fiesta del patrón y la patrona las fiestas serían más "mayores" y más "patronales", participarían mayor número de alzireños y las disfrutaría la mayoría de la población. Existe, además, un motivo de peso que, personalmente, juzgo fundamental pero que, por tener un componente socio-religioso, me callo.

El Ayuntamiento junto con el clero y las dos cofradías patronales deberían ponerse de acuerdo. Debería contarse, igualmente, con el parecer de los dos colectivos que están más directamente implicados: la Junta Local Fallera y la Junta Coordinadora de Fiestas de Barrios y Partidas. Caso de no llegar a un acuerdo debería consultarse, sin temor alguno, al pueblo soberano que es quien debe tener, en pura lógica, la última palabra. Los partidos políticos, llegado el caso, deberían incluso incluir sus propuestas de cambio de fechas en sus respectivos programas electorales.

Aureliano J. Lairón Pla

Cronista Oficial de la Ciudad de Alzira

Foto. Aureliano J. Lairón Pla. Cronista oficial de la Ciudad de Alzira

ALZIRA, AYER Y HOY (2) - CENTENARIO DE PALANCA Y ROCA - POR: AURELIANO J. LAIRÓN PLA

ALZIRA, AYER Y HOY (2) - CENTENARIO DE PALANCA Y ROCA  -  POR: AURELIANO J. LAIRÓN PLA

El 17 de agosto de 1897 murió en Valencia el poeta y autor dramático alzireño Francisco Palanca y Roca. Dentro de un año, por estas mismas fechas, se cumplirá pues, el centenario del fallecimiento de aquel ilustre conciudadano del que apenas sus paisanos tienen noticia.

Francisco J. Llobat Boch, con el patrocinio de la comisión fallera de Camí Nou, ha tenido a bien dar a luz, recientemente, un texto donde, de forma amplia, ha rememorado la existencia, trazando una completa semblanza de la vida y obra de quien fue, aparte de escritor, panadero, actor, tipógrafo y bedel. LLobat ha compilado en 270 páginas todo cuanto ha podido, convirtiéndose, sin duda su trabajo en el estudio necesario e imprescindible para quien quiera conocer sobre nuestro insigne antepasado.

El 11 de Agosto de 1834 nació en Alzira, villa que contaba con algo más de 11.000 habitantes, fruto del matrimonio formado por Francisco Palanca Roig y María Roca Roca. La necesidad de mejorar las condiciones de vida familiares motivó el traslado a Valencia, donde el padre comenzaría a trabajar como hornero, en 1838. Poco después, Palanca quedó huérfano de madre, circunstancia que motivó su estancia una nueva temporada en su ciudad natal hasta su regreso definitivo al hogar paterno que tuvo lugar poco después tras contraer matrimonio su progenitor. No era Palanca muy aficionado a la escuela por lo que pronto pasó a trabajar, como recadero, en el mismo horno en el que laboraba su padre.

Ya adolescente, se manifestaron en él inquietudes sociales, literarias y políticas, lo que le llevó a inscribirse como socio en una entidad cultural: El Museo Valenciano. Se introdujo, poco después, en el mundo del teatro, revelándose como buen declamador. Formó parte, incluso, de una compañía teatral, siendo consciente de su desventaja por no saber leer y escribir. Comenzó a frecuentar los foros culturales y teatrales de la capital, llegando a trabar gran amistad con Bernat y Baldoví, Jacinto Labayla y Eduardo Escalante. Los buenos consejos del impresor José Doménech, tan vinculado a Las Provincias, le animaron a escribir.

Por aquella época le editaron su primera composición poética titulada “Oda al mar”. Su primera creación teatral, escrita a los 25 años, se interpretó en el coliseo Princesa, compuesta expresamente para la función que se llevó a cabo a beneficio de la actriz María Toral, se tituló “LLàgrimes d’una femella” y constituyó un rotundo éxito. A esta, seguiría una segunda, también en valenciano, “La millor raó: el trabuc”.

Su primera obra teatral escrita en castellano fue “Deuda sagrada”. Con el tiempo, Palanca pasó a interesarse por las obras musicales, ambientando una zarzuela de costumbres valencianas, en un acto y en verso, titulada “Un casament en Picanya”, con melodía compuesta por el maestro Juan García y que constituyó su mayor triunfo hasta entonces. De la mano de Bernat y Baldoví hizo su incursión en el género de los “Miracles  de Sant Vicent Ferrer” creando con aquél el titulado: “El rey moro de Granada”.

Palanca, con el aprendizaje de la escritura y de la lectura, dejó de dedicarle sus composiciones a su amigo José Montseny, su auténtico valedor. Contaba ya con 26 años.

Fijó ahora su objetivo en Madrid, siendo consciente de que habría que esmerarse más en su trabajo por tratarse de muy expertos tanto el público como la crítica de la capital de España, por ser allí un autor desconocido ya que sus éxitos en la ciudad del Turia no habían trascendido, por no contar con un benefactor y porque no dominaba aún en exceso la lengua castellana.

El 8 de febrero de 1862 se estrenó en el teatro Novedades de Madrid, con gran éxito, “El Ángel de Salvación”, drama en tres actos. Emilio Cautelar se expresó en su crítica teatral en términos elogiosos coincidiendo así con el eminente literato Juan E. Hartzembusch que había recomendado la representación de la obra.

Palanca, de regreso a su tierra, vuelve a escribir en valenciano. En 1865 viaja a Argelia con una compañía teatral, triunfando en el teatro Calderón de Orán. Allí recibió la felicitación, por unos versos, de Napoleón III.

El 1 de octubre de 1865 contrajo matrimonio con Juana Labayla. Éxitos posteriores serían: “Valencianos con honra”, “Tres roses en un pomell”, “Toni manera i Joan de la son” y “Las escuelas en España”, comedia en un acto que le valió la gratitud del profesorado primario de Valencia.

El 6 de julio de 1875 comenzó a trabajar como bedel en la Universidad de Valencia, siendo miembro, desde sus inicios, de la sociedad “Lo Rat Penat”. “Decrets de la Providència” “Ortigues i Reselles” y “El capital i el treball” constituirían sus posteriores éxitos. Falleció el día 17 de Agosto del año 1897.

 Aureliano J. Lairón Pla, 1 de septiembre de 1996

Cronista Oficial de la Ciudad de Alzira

Foto. Retrato de Francisco Palanca y Roca, obra del artista Ignacio Pinazo.

Con autorización del autor para EL SEIS DOBLE. Texto publicado en Las Provincias el 1 de septiembre de 1996 y en el libro “Alzira, ayer y hoy” editado por la Falla Plaça Major en 2003.

ALZIRA, AYER Y HOY (1) - FIESTAS EN LOS BARRIOS Y PARTIDAS DE ALZIRA - POR: AURELIANO J. LAIRÓN PLA

ALZIRA, AYER Y HOY (1)  -  FIESTAS EN LOS BARRIOS Y PARTIDAS DE ALZIRA  -  POR: AURELIANO J. LAIRÓN PLA

Que nuestra ciudad, mejor dicho, que los alzireños somos eminentemente festivos, está fuera de duda. Lo escribimos en cierta ocasión y ahora nos reafirmamos. Pasan los años pero las tradiciones festivas de nuestros convecinos perduran. Alzira comienza su periplo festivo anual con la fiesta que organizan los vecinos de la calle Hort dels Frares y adyacentes en honor de “Sant Antoni del porquet” y remata, no podía ser de otra forma, con la que celebran cada 30 de diciembre aniversario de la entrada en la ciudad del rey Jaime I.

La idiosincrasia, el particularismo local, es tal, que no nos conformamos con las fiestas patronales de julio y septiembre, en honor de los santos Bernardo, María y Gracia y de Nuestra Señora del Lluch, ni siquiera con las fiestas falleras en honor del patriarca San José, ni con la renombrada, por acreditada, Semana Santa declarada hace unos años “de interés turístico nacional”, ni con la popular romería a las ruinas del histórico cenobio de los padres jerónimos en la Murta. No, por lo visto, no basta. Y así,  con los años, han ido surgiendo comisiones de fiestas, de barrio, de calle, de gremios, ¡que de todo hay!, que organizan las propias honrando (a veces parece ser la excusa) a algún santo o a la Virgen. Las hay que se cimentan en una tradición multisecular y las hay, igualmente, que nacen, duran unos años y desaparecen sin más.

La mayoría de las fiestas de barrio y de partidas tienen lugar en los meses de la canícula; julio, agosto y septiembre, por su bochorno, parecen invitar a los vecinos a salir a la calle. La convivencia y la participación en lo que se organiza está asegurada.

Un repaso a los festejos nos llevaba en junio hasta las calles Pastora y Murta donde tienen lugar las fiestas en honor a “Sant Pere” y la ermita de “Sant Bernabeu”, cerca de Benicull, a participar en el “Porrat”,  en julio, hasta las inmediaciones de la avenida Luis Suñer en las que tienen lugar en honor del Cristo que toma el nombre de la partida del término sobre la que se asienta el barrio, esto es: l’Alborgi y a las que dedican los transportistas locales a San Cristóbal, en agosto al peculiar arrabal de Santa María (Les Barraques) en las típicas fiestas en honor al Santísimo Cristo de la Virgen María, a la Vila, a las que se celebran a Nuestra Señora de los Ángeles, a la Portella de Severino en honor de su titular, a la Garrofera, núcleo de población algo distante del casco urbano alzireño, a las que celebra en honor de su patrón San Miguel, al “Forn de Carrascosa” a participar en “El Casinet”, en el “Ball de l’Olivera”, a la barriada de “La Muntanyeta” que celebra la fiesta de la Transfiguración de Señor en la imagen del Salvador, titular de la antigua ermita que levantó el municipio en el cerro del mismo nombre, a la partida de Barralbet a las que tenían en honor de San Pancracio, al “Racó de les Vinyes”, a las que se llevan a cabo en honor del Cristo, al Respirall, al barrio de Santa María de Donaire (“La Graella”) a las que tienen lugar, no podía ser de otra manera, en honor de “Sant Llorens”, al corazón de la vieja ciudad para ensalzar a uno de los santos más identificados, desde antiguo, con el devocionario local, “Sant Roc”, hasta La Barraca d’Aigües Vives para participar en las de la Colonia Santa Marina, a la partida de Fracà a la Virgen del Rosario, a la urbanización San Bernardo de la Murta y hasta las calles Paz y Olivo en la barriada de Capuchinos, donde tienen lugar las que se dedican al “Crist de la Verge María”, en septiembre a las partidas de Tisneres y Xixerà, a Vilella, y a Vallvert y La Coma las que tienen lugar en honor de la “Mare de Déu del Roser”, y a las que celebran los vecinos de la plaza de la Malva y aledaños al Ángel de la Guarda, en octubre se llevan a cabo las del barrio “Nova Alzira”, las del “Santísimo Cristo de los Almerieros” por los vecinos de la calle Tejar Martí, las del Cristo de los Alfareros en las inmediaciones de la calle de su nombre, las de la populosa barriada de l’Alquerieta en honor de su patrón “Sant Francesc d’Assís”, las de la barriada de los Santos Patronos a los mártires Bernardo, María y Gracia y las que preparan los vecinos del “Pont de Xàtiva” al carismático “Sant Judes”.

Las actividades que suelen programar las comisiones de fiestas son similares. Por lo general, se nombran unos clavarios encargados por unos días de la custodia de la imagen a la que rinden culto. Y luego, durante las jornadas de celebración de los festejos, tienen lugar las populares “despertàes” y pasacalles, cabalgatas, campeonatos de truc y parchís, concursos de cucañas, carreras de sacos, pruebas deportivas, actuaciones de payasos, parque infantil y, ahora, karaoke, cenas de sobaquillo, veladas de variedades selectas, en general musicales, veladas con la actuación de orquestas, bailes de disfraces, “peces valencianes”, “nit d’albaes”, castillos de fuegos artificiales, sin olvidar la “enramà de murta”, que tiene lugar el día de la fiesta mayor previa a la misa y la procesión.

Aureliano J. Lairón Pla, 11 de agosto de 1996

Cronista Oficial de la Ciudad de Alzira

Foto: festeros de la Virgen del Rosario (1954).

Con autorización del autor para EL SEIS DOBLE. Texto publicado en Las Provincias el 11 de agosto de 1996 y en el libro “Alzira, ayer y hoy” editado por la Falla Plaça Major en 2003.