¿A QUÉ OBRA Y AUTOR PERTENECE ESTE TEXTO LITERARIO?
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OBSERVACIONES
Para los amantes de la literatura y para los lectores en general, presentamos hoy este texto literario. El juego consiste en adivinar a qué obra pertenece y su autor. La solución debe contestarse en el apartado “Comentarios” que está situado al final de este artículo.
Después del texto damos unas pistas para resolver la duda; son muy generales. Conforme vaya pasando el tiempo, si nadie ha dado con la solución, iremos aumentándolas de una manera más precisa para facilitar la conclusión.
Si no te apetece participar, por lo menos, relájate y disfruta de esta fantástica pieza literaria como lo haría un lector sin prisas.
TEXTO
Aquel año la tristeza había aparecido a la hora de siempre. Estaba Ana sola en el comedor. Sobre la mesa quedaban la cafetera de estaño, la taza y la copa en que había tomado café y anís don Víctor, que ya estaba en el Casino jugando al ajedrez. Sobre el platillo de la taza yacía medio puro apagado, cuya ceniza formaba repugnante amasijo impregnado del café frío derramado. Todo esto miraba con pena, como si fuesen ruinas de un mundo. La insignificancia de aquellos objetos que contemplaba le partía el alma; se le figuraba que eran símbolo del universo, que era así, ceniza, frialdad, un cigarro abandonado a la mitad por el hastío del fumador. Además, pensaba en el marido incapaz de fumar un puro entero y de querer por entero a una mujer. Ella era también como aquel cigarro, una cosa que no había servido para uno y que ya no podía servir para otro.
Todas estas locuras las pensaba, sin querer, con mucha formalidad. Las campanas comenzaron a sonar con la terrible promesa de no callarse en toda la tarde ni en toda la noche. Ana se estremeció. Aquellos martillazos estaban destinados a ella; aquella maldad impune, irresponsable, mecánica del bronce repercutiendo con tenacidad irritante, sin por qué ni para qué, sólo por la razón universal de molestar, creíala descargada sobre su cabeza. No eran fúnebres lamentos las campanadas, como decía Trifón Cármenes en aquellos versos del Lábaro del día, que la doncella acababa de poner sobre el regazo de su ama; no eran fúnebres amentos, no hablaban de los muertos, sino de la tristeza de los vivos, del letargo de todo; ¡tan, tan, tan! ¡Cuántos!, ¡cuántos! ¡Y los que faltaban! ¿Qué contaban aquellos tañidos? Tal vez las gotas de lluvia que iban a caer en aquel otro invierno.
PISTAS
1.- La foto es una pista.
2.- Su autor defendió siempre las ideas republicanas.
3.- En la obra aparecen ciento cincuenta personajes.
4.- Las descripciones eróticas están claramente atenuadas y obligan al lector a reconstruir mentalmente lo que el autor deja sumido en la ambigüedad.