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EL SEIS DOBLE - DIARIO DIGITAL DE ALZIRA

SE HA INAUGURADO EL NUEVO TEMPLO DE LA PARROQUIA SAGRADA FAMILIA EN ALZIRA

SE HA INAUGURADO EL NUEVO TEMPLO DE LA PARROQUIA SAGRADA FAMILIA EN ALZIRA

La construcción del nuevo templo de la Sagrada Familia en Alzira es obra de todos. Por eso es grande y hermosa. Las grandes catedrales que son orgullo de la historia fueron diseñadas por el genio de un solo hombre, pero su realización se debió siempre a un gran esfuerzo mancomunado de un pueblo entero. Después, la gloria de ese testimonio gigante de esfuerzo y de trabajo, la memoria de fatigas y sufrimientos, siempre se han atribuido, no al hombre, sino al pueblo. Por eso será de todos. Al entrar en la iglesia es importante sentirse como en casa propia, no parecer un extraño o curioso. El hombre, criatura de Dios, ha de ofrecerle un constante sacrificio en reconocimiento supremo dominio y como perenne acción de gracias por todas las bendiciones que nos da cada día.

Esta iglesia nueva, bajo la advocación de la Sagrada Familia, ya realidad, en la que los vecinos de las queridas barriadas de l’Alquerieta y Sagrada Familia venían soñando desde hace medio siglo, quiere ser el monumento perenne de hierro y cemento que resistirá las injurias de los tiempos y los combatientes de las épocas para elevar un constante canto al cielo. Desde el 11 de enero de 2004 hasta el 27 del mismo mes, pero cuatro años más tarde, han durado las obras del nuevo templo de la Sagrada Familia de Alzira. Una nueva nave de Pedro que fue consagrada por el cardenal arzobispo de la diócesis valentina, el pasado domingo 27 de enero de 2008, por la tarde.

El 29 de diciembre de 1953, el prelado don Marcelino Olaechea y Loizaga, anunciaba en el Boletín del Arzobispado de la diócesis valentina la creación de cuatro nuevas parroquias en Alzira, entre ellas la Sagrada Familia. Llegó el 8 de marzo de 1954, cuando tomaron posesión los nuevos párrocos. El de la Sagrada Familia, don Juan Friedland Prats, lo hizo en el ermitorio que se hallaba en lo alto de la barriada de l’Alquerieta, al lado del Hogar Eucaristía que regía doña Matilde Gimeno, después de las Obras de la Cruz. Comenzó a funcionar la nueva parroquia que años después, en 1966, se ubicaría, hasta el pasado domingo 27 de enero, en uno de los bajos de las viviendas de la Cooperativa Sagrada Familia, que fundara el párroco don José Vilar Esteve, quien sucedió en la labor pastoral a don Juan Friedland a principios de la década de 1960. Al párroco Vilar, el Ayuntamiento alcireño le rotuló una plaza en aquella barriada, cuya construcción de 625 viviendas proyectó y dirigió el mismo. Le acompañaba en su ministerio sacerdotal, don Jesús Campos Más, ambos fallecidos. Para sustituirles llegó a Alzira un cura navarro, don Adrián Goñi Galé, hoy en la parroquia Virgen del Pilar de Bonrepós. Le sucedería don Juan Pont Bodí, que venía del país galo, donde durante muchos años atendía a emigrantes españoles. Su labor en Alzira fue premiada por el Ayuntamiento que le galardonó con la insignia de oro de la ciudad. Al arcipreste de Alzira, don Juan Pont, le relevó otro albaidense, como él, don Vicente Soler, que fue el promotor de la obra de la nueva parroquia. No obstante, el proyecto de la nueva iglesia arrastra muchos años. En 1967 se puso la primera piedra frente a la estación de servicio en los inicios de la Avenida Padre Pompilio Tortajada, obra que no llegó a ser real. El nuevo templo, que se consagró el pasado domingo, ha sido levantado en los terrenos que cedió el Ayuntamiento de Alzira. El sacerdote don Vicente Soler fue el iniciador del proyecto hasta que se colocó la primera piedra en la mañana del domingo 11 de enero de 2004, acto al que asistió el arzobispo don Agustín García-Gasco. De la obra se haría cargo el nuevo párroco, don Juan Antonio Cabanes, que tomó posesión una semana más tarde, el 18 de enero de aquel mismo año.El nuevo templo, diseñado por el arquitecto alcireño don Vicente Ribes, quien ha dirigido las obras acompañado del arquitecto técnico don Bernardo Casterá, tiene una capacidad para 500 feligreses y una superficie de 1.552 metros cuadrados. En la anterior parroquia, llena de columnas, sólo cabían 150 personas.

Los actos de la consagración e inauguración del nuevo templo en Alzira, bajo la advocación de la Sagrada Familia, daba comienzo el domingo pasado día 27 alrededor de las seis de la tarde, al llegar el cardenal arzobispo don Agustín García-Gasco a las puertas de la iglesia, donde fue recibido por el párroco don Juan Antonio Cabanes, siendo saludado y dándole la bienvenida a Alzira la alcaldesa, doña Elena Bastidas y los alcaldes que rigieron el ayuntamiento en los años que ha durado la construcción, don Alfredo Garés y don Pedro Grande, a los que acompañaban las concejalas Lola Ortega, Carolina Lillo, Anabel Juárez y el teniente alcalde don José Luis Palacios. Seguidamente, en procesión, con la participación de más de 30 sacerdotes, partieron desde la cercana parroquia a la nueva, donde el párroco entregó la llave al arzobispo como pastor de la comunidad cristiana diocesana, abriéndola e invitando a entrar a todos a la iglesia. 

Actuó la coral de la parroquia y un grupo de música de cuerda de Alzira, juntamente con el coro de las Obreras de la Cruz, que cantaron el Te Deum en el momento de la comunión. Tras ocupar cada cual el sitio correspondiente en el altar, y con el templo repleto de fieles, tomó la palabra el párroco, don Juan Antonio Cabanes: “Me siento pequeño delante tantos feligreses, amigos, de tantas personas que han hecho posible que en el humilde y sencillo barrio de l’Alquerieta se levantara esta grandiosa parroquia. Bienvenidos a nuestra casa y a su casa. Bienvenido el que viene en nombre del Señor. Hoy nos conforta con su palabra, con su presencia, y deseamos de corazón nos aliente a continuar caminando como comunidad cristiana viva que escucha la palabra de Dios, que comparte el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo y la va a compartir en este hermoso altar que simboliza a Cristo, piedra fundamental y piedra angular de nuestra vida. Bienvenido don Agustín, porque solamente le puedo decir que este nuevo templo ha sido levantado por el amor. Hoy lo vamos a consagrar en el amor de Jesucristo y esperamos que con sus palabras y la concelebración que va a presidir, nos invite y nos llame cada día al amor. Agradecer, de todo corazón, a los que estáis aquí presentes, a los sacerdotes, pero sobre todo a usted, que nos representa a todos, que en su corazón hoy, la plegaria al Padre vaya por esta comunidad parroquial que con amor ha levantado este edificio y con amor continuaremos levantando autenticas piedras vivas”.

Poco después, se acercaron al altar el arquitecto de la obra, don Vicente Ribes, acompañado de uno de los hermanos Casterá, Bernardo, y dos miembros del consejo de pastoral, para hacer entrega al diocesano, de los planos de la nueva nave de Pedro: “En ellos, don Agustín, va representada la parroquia; mi trabajo y mi corazón de cuatro años, que lo he hecho con mucho cariño, mucho esfuerzo, pero en el nombre del Señor, en nombre de la iglesia y en su propio nombre. Gracias don Agustín”. Era la nota que acompañaba a los documentos, que daba lectura el propio párroco don Juan Antonio Cabanes.

Continuó la ceremonia con la liturgia de la palabra, con la bendición del agua que roció el altar, los muros del templo y el pueblo fiel. El cardenal hizo entrega del libro de la Palabra a los lectores; por vez primera se iba a pronunciar la palabra de Dios en esta casa santa. Después de la proclamación del evangelio, por el párroco don Juan Antonio Cabanes, llegó el rito de la dedicación; tras las letanías de los santos se procedió a la colocación de las reliquias de San Bernardo Mártir, patrón de Alzira, y del beato algemesinense José Ramón Ferragut, mártir del siglo XX, depositando la arqueta al pie del altar por el arzobispo y párroco respectivamente, mientras que Bernardo Casterá Seriols, padre de los constructores, sellaba la piedra que cubría el hueco.

El cardenal don Agustín García-Gasco procedió, después de la oración correspondiente, a derramar en la mesa del altar el santo crisma, consagrado en la pasada Semana Santa y el aceite perfumado. También fueron ungidas cuatro cruces en las paredes, indicando que se trata de un local consagrado para templo. Después del rito de la unción, se procedió a la incensación, por lo que en el centro de la mesa altar fue depositado un brasero donde el celebrante echó el incienso para que “esta casa se llene de suave olor, que en tu iglesia se aspire el aroma de Cristo”. Los sacerdotes  recorrieron la iglesia incensando al pueblo y los muros.

Se procedió a continuación a la iluminación del altar y de la iglesia, tras secar la mesa donde se había depositado el aceite, cubriéndolo con el mantel correspondiente. El celebrante prendió los cuatro cirios diciendo: “Brille en la iglesia la luz de Cristo para que todos los hombres lleguen a la plenitud de la verdad”.

Al finalizar la eucaristía, el arzobispo, acompañado de todos los sacerdotes, trasladó el Santísimo a la capilla del sagrario.  Finalizaba al cardenal anunciando que en el mes de octubre próximo la nueva parroquia recibirá una réplica del Santo Cáliz, como es costumbre obsequiarlo en esa fecha a los que han ido restaurando o construyendo un nuevo templo, porque la iglesia es Misterio, Comunión y Misión. Al terminar los actos, en las inmediaciones, fue disparado un castillo de fuegos de artificio, mientras los invitados departían en el patio lateral a la iglesia un vino español. 

Alfonso Rovira 

1 comentario

María -

Estuve en el acto y quiero decir que fue muy emotivo. Una barriada como l'Alquerieta y nuestra ciudad merecen un nuevo templo como el recien inaugurado. Desde aquí mando mis mejores deseos a todos los miembros de esa parroquia que han sufrido desde hace muchos años los inconvenientes de la modestia.