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EL SEIS DOBLE - DIARIO DIGITAL DE ALZIRA

LA MUERTE DE PANINI Y LA NOSTALGIA POR LOS CROMOS DE FÚTBOL // ALZIRA - OPINIÓN

LA MUERTE DE PANINI Y LA NOSTALGIA POR LOS CROMOS DE FÚTBOL   //   ALZIRA - OPINIÓN

Acabo de leer en la prensa la muerte (30 de Marzo de 2007 en Módena) del empresario italiano Franco Cosimo Panini, fundador junto a sus tres hermanos de la Editorial Panini entre las décadas del 50 y 60. Esta empresa, desde sus inicios, se especializó en la edición de cromos infantiles y en particular los dedicados al fútbol.

En 1970, la editorial empezó a desarrollarse a nivel internacional con la creación de once sociedades de la marca Panini, una de ellas en España.

Desde hace unos años, la producción ha llegado a alcanzar los seis billones de cromos cada temporada, cota impensable allá en sus inicios de la actividad cuando publicaron su primer cromo: Bruno Bolchi, defensa del Inter de Milán.Fueron pioneros en la presentación de los cromos autoadhesivos, evitando así a los coleccionistas que los pegaran con cola en los álbumes. Esta innovación se produjo en la temporada 1971-72.

La noticia me ha hecho evocar mi infancia. Miles de niños adquirimos conocimientos a través del coleccionismo de cromos. Entonces no existían “cd’s”, “dvd’s”, “plays”, “psp's”, “mp3”…  ni artilugios tecnológicos que sólo provocan pereza mental. Los niños del 70 aprendíamos sobre otras culturas o sobre la conducta de animales y plantas a través de las colecciones de cromos que conseguíamos en los chocolates, chicles o en los sobres que comprábamos en los kioscos “Casa Risent” y “Palmireta”. Como no existían las bases de datos, almacenábamos la información en nuestra memoria, ¡sana y provechosa costumbre! Recuerdo que me conocía los nombres completos, estaturas, pesos, fechas de nacimiento y trayectorias de la mayoría de futbolistas españoles.

Los cromos también nos servían para fomentar la amistad. Me acuerdo como si fuera ayer de las reuniones en la plaza (antes del Caudillo y “dels Peixets”, hoy Plaza Mayor) con nuestras cajas de zapatos repletas de cromos para intercambiar los repetidos con los amigos. Al mismo tiempo, aprovechábamos muchas veces los encuentros para celebrar auténticos partidos de chapas que tenían pegadas en su parte posterior la cara recortada de un cromo de los jugadores de la época. Las calles de la ciudad (entonces jugábamos en la calle ¡qué cosas!) eran los estadios. Recuerdo una en especial, la del Doctor Ros, en la que había un amplio descampado (hoy un edificio) y en donde no tenían acceso los vehículos; ¡qué cancha aquella! Cada uno participaba con su equipo o selección y competíamos en auténticas ligas de escándalo. Llegábamos a casa con las manos más negras que las de un carbonero por el contacto con el asfalto o la tierra y con las uñas de los dedos índice y corazón amoratadas.

Recuerdo que la mayoría de las pagas semanales me las gastaba en cromos de fútbol. Iba al kiosco a comprar los sobres que abría con nerviosismo. La inquietud por la incertidumbre del contenido de aquellos sobres hacía que hasta me temblarán las manos.

Me vienen a la mente aquellas imágenes de Asensi, Marcial, Claramunt, Cerveró, Antón, Esnaola, Igartua, Pirri, Sotil… Iribar era el gafe, nunca me salía. ¿Y Cruyff? Tener el cromo del holandés ¡era la leche!

He buscado en el trastero de mi casa de soltero aquellas cajas de zapatos llenas de cromos pero, por lo visto, en alguna de las limpiezas de mi madre pasaron a otra vida. Es uno de los pocos defectos que tienen las madres: ordenar los desvanes y tirar todo aquello que les parece inútil o inservible.

Gracias Panini por hacerme recordar mi infancia y aquellos cromos que eran una auténtica maravilla y que tan feliz me hicieron. Aunque hayan desaparecido del desván, siempre serán recordados en un rincón de mi corazón. 

* Autor del artículo: José Ramón Ramírez Rubio (Ramón Alfil). Agente de Jugadores Licenciado por la Real Federación Española de Fútbol.

* Foto: portada de un álbum de cromos de la temporada 1969-70.

 

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