ESTAMPAS Y RECUERDOS DE ALZIRA (20) // LA ROMERÍA EN HONOR A LA VIRGEN DE LA MURTA DE ALZIRA // POR: ALFONSO ROVIRA
Esta misma tarde, el salón de sesiones del ayuntamiento alcireño volverá a acoger a la imagen de la Virgen de la Murta, después de pasar el día en el valle del mismo nombre donde se apareció a unos monjes en los inicios del siglo XI. Todos los años, desde hace más de cuarenta, realizan los alcireños una romería a las ruinas del monasterio de Jerónimos, un domingo, en mayo, o en el siguiente mes de Junio.
La imagen, que un día llegara a “refugiarse” en la casa consistorial, después de la exclaustración de los monjes jerónimos que la custodiaban y antes de incorporarse a su capilla de la iglesia de Santa Catalina, todos los años se desplaza al Valle. Está situada en el altar de San Silvestre Papa y desde allí es recogida esa mañana del domingo por la cofradía de manos de un concejal del consistorio alcireño y acompañada por numerosos romeros en sus vehículos en caravana, recorriendo parajes por las tierras feraces donde crecían espigas de trigo, que San Juan de Ribera, —que también visitó el valle de la Murta— quería para elaborar formas que por la consagración había de ser el Cuerpo de Cristo.
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Caravana de fieles
Antiguamente, la romería discurría por el camino de la Murta, que no era otro que por la putxada de Baltaro, dejando a la derecha el huerto de Magnota, con el que los alcireños conocían el nombre de Macnaugthan, un inglés que llevó el agua potable a Alzira; a la izquierda dejaban la muntanyeta del Salvador, donde se venera la Virgen de Lluch; seguía el garrofer de Bonaire, desde donde se nos permite la visión del paisaje del Pla de Corbera, con sus innumerables pueblos y cuyas tierras son regadas por el Xúquer. Poco después, la romería dejaba a la izquierda el camposanto para dirigirse por el camino de la umbría a la Murta. Al fondo se sitúa el macizo de montañas que protegía al monasterio, como el Cavall Bemat y la Creu del Cardenal; a la izquierda el tallat Roig y a la derecha las crestas que lo separan del valle de la Casella.
Llegados a la Murta, la imagen de la Virgen, hasta no hace muchos años en que un voraz incendio hacia desaparecer la pléyade de pinos, era entronizada en la explanada, al Lado de las dos balsas, muy cerca del canalillo de agua procedente de la fuente. Era entronizada por un tronco de uno de los pinos y los romeros campaban alrededor para la celebración de la eucaristía que oficiaba el párroco de Santa Catalina y arcipreste de San Bernardo, Francisco Albiol.
En la fotografía que acompañamos vemos, en la presidencia de la misa, al que fue presidente de la Real Cofradía, Manuel Oro, al que acompañaban el capitán de la Guardia Civil, Luciano Borges Salvador; el teniente alcalde del Ayuntamiento de Alzira, Rafael Presencia; el concejal José Tudela; Salvador Núñez Garés y Eduardo Domenech. A la izquierda de la imagen, al lado de Manuel Oro, Ricardo Llácer y su esposa Marita Ferrer, así como Ángeles Cervantes.
En estos últimos años, la misa se celebra al pie de la puerta principal de la iglesia que fue del monasterio, tras atravesar el puente de Felipe II. En esta ocasión es oficiada por el delegado del arzobispado y vicario episcopal de La Ribera, José Nácher, que a su vez es el director espiritual de la cofradía.
Misa al aire libre
¿No han asistido ustedes a una misa en el templo de la naturaleza? Les aconsejo que lo hagan. El alma parece más humilde y hace sentir además un goce íntimo al pensar que somos parte de la misma y que algún día confundirá nuestro cuerpo con ella la presencia inefable de quien todo lo ha creado.
El tiempo hace recordar que hace muchos años, más de treinta, al atardecer de un día de romería, nos sorprendió la visita de Monseñor Fray Vicente Roig Villalba, vicario apostólico de Arat, obispo de Valledupar, en Colombia y natural de Guadassuar. Juan Blasco Ferrer, a través de la emisora Radio Alzira, desde el teléfono de la casa solariega, en directo, le entrevistaba. Después de hacer una cronología de las personalidades que habían visitado el valle, desde Felipe II, San Vicente Ferrer y otros santos, cardenales y obispos, le preguntaba ¿qué impresión le había producido en el orden estético la inconfundible paz y hermosura de estos parajes?
El obispo guadasuarense, fallecido hace unos años —su ciudad natal le dedicó un monumento que perpetúa su memoria— manifestaba: “al llegar aquí y al ver que la Real Cofradía de la Virgen de la Murta en un día de peregrinación ha suscitado un gran fervor alrededor de la imagen tan antigua, me he sentido lleno de entusiasmo. He visto como los alcireños no olvidan nunca sus tradiciones y sobre todo aman a la santísima Virgen. Todo lo que signifique el engrandecimiento de nuestra Señora, bajo el título de la Murta, es engrandecer la historia de AIzira". También instó a la cofradía a erigir una pequeña iglesia al estilo gaudíano para venerar la virgen en esos bellos parajes.
Hoy los alcireños siguen realizando el legado que dejaron nuestros mayores, la romería al Monasterio de Nuestra Señora de la Murta. Nosotros queremos dedicar un cariñoso recuerdo para las personas que hicieron posible esta realidad, que figuran en la fotografía, y otros que no lo están, como el metge Manuel Just, y que ya no pueden compartir con nosotros este día de gozo.
Alfonso Rovira, 31.05.1992
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