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EL SEIS DOBLE - DIARIO DIGITAL DE ALZIRA

ESTAMPAS Y RECUERDOS DE ALZIRA (22). JOSE MARÍA PARRA, UNA MEMORIA ESCONDIDA ENTRE LEGAJOS. POR: ALFONSO ROVIRA

ESTAMPAS Y RECUERDOS DE ALZIRA (22). JOSE MARÍA PARRA, UNA MEMORIA ESCONDIDA ENTRE LEGAJOS. POR: ALFONSO ROVIRA

La mejor y más grata imagen que conservamos grabada en nuestra retina del regio sacer­dote, archivero municipal y cronista oficial de Alzira José María Parra Ballester, corresponde a su salida de la casa consistorial después de la jornada laboral en el archivo, sito en la última planta del ayuntamiento; con el traje talar, tocado con su teja y envuelto con el manteo. El venerable cléri­go, alto y enjuto, era casi todos los días esperado para acompañarle, poco después de las dos de la tarde, en las inmediaciones de la Casa de la Ciudad, por su sobrino Ricardo Fluixá Gómez,  muchos años director de la Escuela Municipal de Dibujo. El Padre Parra había nacido en Alzira el 3 de mayo de 1888, festividad de la Santa Cruz. La carrera sacerdotal la realizó en el Seminario  de Valencia, siendo ordenado sacerdote en 1912. Su primer destino fue un pueblecito de la Vall de la Gallinera, Benisivá, en el arciprestazgo de Pego. Unos años después, en 1917, fue nombrado cura ecónomo de la parroquia de San Juan de su ciudad natal, ejerciendo también su ministerio en la ermita de la alcireña barriada de l’Alquerieta, que no fue parroquia hasta el año 1954.

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Prolija actividad cultural

Su dilatada vida en torno al estudio marca un largo y sentido aspecto cultural. Su silenciosa dedicación a la ordenación del rico archivo de la ciudad del Xúquer, donde puso a punto toda la copiosa documentación histórica. Como obras definitivas, el ayuntamiento publicó en 1967 un voluminoso libro con el catálogo de pergaminos de la Cancillería Real. La brillante traducción y magistrales comentarios son la cumbre de la obra de José María Parra. Fue reeditada años después. En 1972 fue publicada su última obra: “El Compromiso de Caspe y la Villa de Alzira”.Los achaques de la avanzada edad, noventa años, interrumpieron su trabajo cuando dedi­caba largas horas al estudio del rey de Aragón Jaime I, como homenaje en su centenario.

El viernes 16 de junio de 1978 fallecía en su domicilio de la céntrica y populosa avenida de los Santos Patronos José María Parra Ballester. Cumpliéndose su última voluntad, tras el óbito, fue trasladado por el camino más corto al camposanto. En varias ocasiones había comentado con su sobrino, Ricardo Fluixá, que no quería “pasacalles”, que fueran directos al cementerio. Así se hizo al día siguiente, sábado, a las nueve de la mañana, acompañado el féretro tan sólo por su albacea y sobrino Ricardo Fluixá, sus sobrinas Elisa Boquera y María Ignacia Oroz Parra y el ama de llaves, Amparo Castelló. El cadáver fue depositado en la capilla del cementerio municipal hasta las cinco de la tarde del mismo día, en el que se celebró una misa rezada por el arcipreste, Francisco Albiol Bañón, al que acompañaron en la eucaristía el obispo dimisionario de Ciudad Real, monseñor Juan Hervás y sacerdotes de las distintas parroquias  de Alzira. No hubo representación oficial en el sepelio, como el mismo dejó legado, dada su excep­cional humildad.

En la imagen retrospectiva que hoy acompañamos a este artículo, que perpetúa su me­moria, aparece el ilustre sacerdote acompañado, a la izquierda de la fotografía, por el gobernador civil de la época, Rafael Orbe Cano. A su derecha puede verse al entonces alcalde de la ciudad, José Pellicer Magraner, también fallecido, y, entre otros, al que fue presidente de la Diputación Provincial de Valencia, el setabense José Antonio Perelló Morales y al concejal del Ayuntamien­to de Alzira, Rafael Andújar Oliver. La fotografía que ilustra nuestro comentario corresponde a una visita oficial que realizó el gobernador civil a Alzira. La primera autoridad municipal tuvo especial interés de que las autoridades de la provincia conocieran de cerca los ricos documentos que se conservan en el Archivo Municipal de Alzira y que tuvieran oportunidad de saludar a su conservador más directo, José María Parra. 

Merecido homenaje

El ayuntamiento de su ciudad natal le tributó el más merecido homenaje cuando dio su nombre al nuevo instituto de enseñanza media que se ubica en la barriada de la Sagrada Familia, al norte de la población. El recuerdo de José María Parra ya es memoria para los futuros estudiosos de temas alcireños.

Para los que gozábamos de su amistad, de su infinita bondad, de su humanidad en sus consejos de sabio, ponderado y animoso, perdurará siempre en nuestro corazón. Con su muerte, hoy hace casi catorce años, la ciudad de Alzira quedó huérfana de un hombre que marcó una época en los anales de su historia. 

Alfonso Rovira, 14.06.1992

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